Carlos “Cupido” Sobera y los camareros del plató-restaurante más popular de la parrilla televisiva se han empeñado en buscar pareja a todo bicho viviente, pero hay ocasiones en que ni la magia de la televisión consigue que vuelvas a casa correspondido por tu compañero o compañera de velada.
Sí, la vida es dura y hay muchos peces en el mar, pero que duele cuando te rechazan lo saben hasta en la Patagonia. Un cachito de ti muere por cada “te quiero como amigo” o en “no me importa quedar para tomar un café, pero nada más”, aunque se digan con la mejor intención para no destrozar los sentimientos de la otra persona. Normalmente, y salvo casos en los que ya existía una amistad anterior a la declaración de amor, nadie queda con la persona que le ha dado calabazas.