El conocido defensor de los animales, Frank Cuesta, atraviesa un momento personal y mediático absolutamente demoledor. En los últimos días han salido a la luz unos audios que lo colocan en una posición muy delicada: en ellos admite haber comprado suricatas para su santuario en Tailandia —una acción claramente contraria a sus principios— y confiesa que pensó en matar a un gato y a varios perros que, según afirma, habrían atacado a los animales bajo su cuidado.
Como era de esperar, las redes y los medios han estallado contra el popular herpetólogo. Figuras públicas como el streamer TheGrefg, quien colaboró económicamente con el proyecto, se han desmarcado alegando que desconocen el paradero del dinero que donaron. Las dudas sobre la gestión del santuario y sobre su coherencia ética están más vivas que nunca.
Ante el aluvión de críticas, Frank ha roto su silencio con un vídeo en su canal de YouTube. “Yo no me he quedado con nada”, asegura visiblemente afectado, entre lágrimas. Explica que todo el dinero recibido fue usado para mantener el santuario y que los movimientos financieros están documentados. También señala que en su momento transfirió la propiedad del lugar a nombre de sus hijos como medida de seguridad.
"Me acusan de estafar, de lucrarme con las donaciones… eso es completamente falso", clama Cuesta, intentando recuperar la credibilidad perdida. La polémica, sin embargo, ya ha calado profundamente y muchos de sus seguidores sienten que han sido traicionados por una figura que siempre predicó la defensa animal como valor supremo.
¿Crees que Frank Cuesta merece una segunda oportunidad o ha cruzado una línea imperdonable?
