Lo que prometía ser una cena romántica se convirtió en una batalla campal en cuestión de minutos. Andrea, una chilena de 40 años con carácter y estilo, no encontró en Edison, repartidor alicantino de 35, ni buen gusto ni educación... y mucho menos chispa. El despropósito empezó cuando él llegó con una misteriosa caja para "estar conectados a distancia", pero decidió guardársela nada más verla: "No es mi tipo, buscaba a alguien con los ojos rasgados y más carne". Nivelazo. Andrea no se quedó corta y le pasó revista de arriba abajo: “Ese chalequito de cayetano de pueblo… ¡no! Necesita una emergencia de estilismo”. La tensión subió como la espuma y estalló cuando él puso 20 euros sobre la mesa sin decir ni pío. “Muy poco caballero”, soltó ella, ya en modo ‘no me hables’. Y como si fuera poco, Edison soltó que “quizá era la diferencia de edad”. ERROR. Andrea se levantó indignada y soltó la bomba: “¡Tengo 40 años y los tengo superbién puestos!”. Y salió por la puerta grande... pero sola. Momentos memorables: Caja vibradora que nunca vio la luz. Chalequito de pesadilla. El ‘simpa’ elegante de los 20 euros. Lecciones de higiene estilística en prime time. ¿Quién crees que estuvo peor en la cita? ¿Ella por su sinceridad brutal o él por ir de moderno con regalos... para zonas íntimas?