Poco tiene que ver lo que hace la Pedroche con lo que hace el Ramos.
Y, esto no habría ni que explicarlo, absolutamente nada tiene que ver lo que haga la Pedroche con lo que diga o haga la tuitera.
Ahora ha vuelto una moda feminazi, la de la masculinidad frágil. Lo que antes fueron micromachismos ahora se atribuyen a la masculinidad frágil. Cualquier cosa que haga un hombre, y que pueda mostrar un ápice de masculinidad, lo hace para remarcar su masculinidad presuntamente herida, por absurdo que sea, y aunque no conozcan al hombre, lo que sienta, o sus razones.
Podríamos sacar otra moda, la de las lesbianas resentidas o algo por el estilo. Cualquier ataque a la masculinidad podríamos atribuirlo a que la mujer que lo profesa es una lesbiana debido a que su físico y personalidad la hacen poco atractiva para los hombres, y escuda ese fracaso sentimental haciéndose pasar por lesbiana.
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