Estados Unidos necesita estar permanentemente en guerra con alguien. Es lo que se conoce como “complejo militar-industrial”. La industria armamentística es tan enorme y está tan integrada en el modelo político (echad un ojo a cuántos congresistas y senadores son accionistas o directamente propietarios de manufacturas armeras) que su influencia y sus intereses se reflejan en la política exterior del país.
Y esto no es conspiranoia y ni siquiera es una idea de comunistas ni izquierdosos. El término lo acuñó el presidente Eisenhower, un jodido republicano y general del ejército. Le dio tanta importancia que en su discurso de despedida dijo que era “el mayor riesgo a nuestra democracia”.
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